jueves, 9 de mayo de 2013

Si te encontraras con Anders Borg en la oficina de empleos...


(Anders Borg es un economista y político sueco , quien se desempeña como Ministro de Hacienda en el gobierno de Reinfeldt)

El primer grupo de inmigrantes iraquíes que llegó a Suecia pertenecía al la capa superior de esta sociedad, quienes tuvieron la suerte de escaparse de Saddam Hussein. De los “allegados” iraquíes, entre 1987-1991, 130 por ciento de estos poseía estudios superiores (de más de tres años) en comparación con la población nativa.  En 1995, cuando habían residido en Suecia ya entre cuatro y ocho años, aún eran sólo 13 porciento de las mujeres y 23 porciento de los hombres que habían conseguido empleo.

Doy gracias a Nima Sanandaji que en su recién lanzado libro “De éxito a pobreza” expone esto en un breve capítulo. Además resalta el hecho de que Suecia, durante 2000-2008, recibió en promedio a 1650 personas de Irán, al mismo tiempo emigraron en promedio 700 suecos con descendencia iraní – sobretodo para EEUU y Gran Bretaña.

Si es que yo emigrara a Irak y en mi primera visita a la oficina de empleos en una localidad de Bagdad por casualidad me encontrara con Carin Jämtin (política sueca perteneciente al partido socialdemócrata) o con Anders Borg y me contaran que han estado ahí cinco años sin conseguir empleo, bueno entonces yo creo que me largaría de ahí.

Menos gracioso es el hecho de que Miklo ha investigado justamente el caso y cómo es la recepción de los inmigrantes en estas rurales y pequeñas comunidades suecas. Qué pasa si es que te envían a un lugar donde llegan y viven pocos inmigrantes, y donde a casi nadie se le permite llegar. Y si además los pocos extranjeros que quedan ahí te cuentan que la mayoría de los allegados prefirieron irse a la ciudad en cuento tuvieron la oportunidad? Entonces no estamos hablando de haber brindado una muy buena recepción que digamos. 

Desde lo rural podemos ver que existe un sistema de “reparo rápido” que también puede tener un impacto positivo, duradero y sostenible, y por consecuencia más familias decidirían quedarse a construir un futuro en este lugar. Si es que esto se lograra, podría generar que las familias de los barrios del plan habitacional del estado quisieran mudarse para estos sectores rurales, con el tiempo podríamos también generar que los hijos de los inmigrantes suecos, la llamada “segunda generación”, sintieran interés por instalarse en esta pequeña localidad, sin duda hasta a más de un sueco de la primera ola de inmigración, de los que han vivido acá por varias generaciones, se podría sentir atraído por esta nueva coyuntura. Al encontrarse con estos, que con la misma historia han preferido Hedemora, Flen, Boden o Ovanåker para vivir el resto de sus vidas- proporcionaría una imagen bastante distinta a los nuevos suecos en su primera destinación, la cual casi siempre, es a una localidad en algún municipio sueco pequeño.