Una
amiga de Alcorcon me contaba este verano cuando nos vimos en las playas de
Murcia donde pasamos el verano desde que éramos peques, de que saliendo una
noche, se encontró con un tío de su barrio que era “chino pero nacido en España
y mas español que cualquiera de nosotros”. La escuche y le dije que la verdad
es que no entendía lo extraño del caso, y no pusimos a hablar de eso mismo –
que para ella todavía es extraño y algo exótico mientras que para mi es con lo
que he crecido en Estocolmo, desde que nací allí en 1983.
Es
lógico, las grandes olas de inmigrantes en Suecia, a las que al igual que acá,
se dramatiza el discurso en España: “fueron más inmigrantes en una década que
en toda la historia”, fue en los setenta y ochenta, y luego ha seguido siendo
mucho en los noventa y los “cerocero” también. Casi todos los amigos de mi
infancia son nacidos en Suecia o inmigrados con pocos años y por lo tanto igual
de naturalizados que yo, el “chino” este en Murcia o Bojan el ex del Barca. También
comentamos que los amigos que me he traído a veranear en Murcia, de Suecia, han
causado cierta confusión: pero los suecos no son rubios y altos y de ojos
azules? Siempre me causaba gracia. “Los míos” al menos no. De raíces
latinoamericanas o persas, poco ojito azul sacas. Altura tampoco. Y es que los
suecos ya se puede decir, han dejado de tener ojos azules, pelo rubio y de
altura innata. A veces cuando doy charlas en Suecia pido al publico que todos
los que tengan ojos azules y sean rubios levanten las manos. Lo gracioso del
caso es que después de la inmigración de Bélgica y Holanda hace un par de
siglos tampoco quedan muchos rubios y ojiazules entre los que “se ven” como
“suecos”, nacidos en Suecia de padres y abuelos suecos. La autodefinición va
con retraso, y si va con retraso dentro de las fronteras suecas, imaginaros
fuera.
Pero
así es el caso. En Suecia, con 9,5 millones de habitantes, ya casi un millón y
medio son inmigrantes, y somos un millón los suecos nacidos de ellos, fruto del
millón y medio de inmigrantes, sin contar entonces los que como mis padres han
vuelto a irse. Que también es un problema que os comentare mas adelante – los
que tras inmigrar, deciden no quedarse.
Algo
parecido le espera a España, eso segurísimo. Encima, dando a luz casi la menor
cantidad de habitantes de Europa, toca mas inmigración todavía si no queréis
una población con una edad media de 60 años dentro de nada. Y es ahí donde el
tema con el que empecé se pone serio: si se va a hacer algo extraño o exótico
de los españoles con piel mas oscura o ojos mas alargaditos, se esta creando
una sociedad que no esta al día con la realidad ni la necesidad. Claro que una
corta época de admiración o interés puede que sea inevitable. Pero mi consejo
es evitar esa diferenciación lo antes posible. En Suecia, aunque escribo lo que
os escribo, es natural que yo y mis amigos somos suecos par mí, pero sigue
siendo algo exótico y extraño y cuando es peor – algo peligroso, para la mayoría.
Por consiguiente, seguimos siendo excluidos de trabajos, de estudios y de muchos
de los tantos servicios que ofrece la sociedad sueca. Y es que ya va para ridículo.
Que tengo amigos cuyos hijos son vistos como un problema a resolver, ya en la guardería,
por tener nombre curdo o español? Los nietos
de inmigrantes? Nadie quiere esa sociedad, pero muchos la siguen
reproduciendo. Lo mejor: parar de una vez.